El Orgullo de Becquer por Miguel Ángel Rodríguez


El orgullo, un tema delicado, se me ocurrió escribir sobre él tras leer a Becquer. Pero no me refiero al orgullo que se siente cuando alguien cercano a ti sientes una sensación de orgullo por aquello que ha logrado, sino de ese que tras una discusión te impide pedir perdón cuando sabes que no hay nada por lo que hacerlo. 



Asomaba a sus ojos una lágrima
Y a mi labio una frase de perdón
Habló el orgullo y enjuagó su llanto
Y la frase en mis labios expiró



Becquer en su infinita sabiduría representó en estos cuatro versos la esencia del orgullo, del mantenerse callado inmerso en tus pensamientos, esperando a que sea el otro el que hable primero. Ese momento en el que las lágrimas no salen porque sientes que nadie puede ver como te derrumbas. Un momento odioso. ¿Y cuando es hora de dejar el orgullo a un lado y darle la razón al otro? 


Cuando el orgullo es simple orgullo
Y cuando es dignidad



Dos versos que plantean una de las mayores cuestiones de esta vida. Una delgada línea separa el orgullo de la dignidad. Y si aceptas aquello que dicen de ti, dejando a un lado tu orgullo, no dejas, en cierta parte, la dignidad también. Porque muchas veces te dicen que te doblegues frente a alguien, que el orgullo no te da de comer, pero si al hacerlo pierdes la dignidad ¿merece la pena? Es más ¿merece la pena ser orgulloso?

Y con esta reflexión os dejo, espero haberos implantado la semilla de la duda, como Becquer hizo conmigo.

Si os ha gustado mi artículo, podéis visitar mi blog:
Los Pensamientos de la Noche.

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