Desde que era muy
pequeña, desde el infantil, practico baloncesto. Al principio, llamaban
predeporte a los entrenamientos, pero en realidad se hacían
ejercicios de todo tipo. En primaria, el concepto de baloncesto cambia:
empiezan las ligas, los partidos y, bueno, comienzas a tener tu propio equipo,
que en realidad es el del Ramón y Cajal. Pero los equipos cambian, hay años en los que te toca jugar con
los pequeños, y años en los que juegas con los del curso mayor, pero cuando eres un niño te adaptas
a cualquier sitio, y siempre haces amigos. En tercero de primaria es en el
curso en el que empiezas la liga, y por lo tanto, a jugar partidos contra otros
colegios. Ese año fue muy emocionante, pera la verdad, es que yo recuerdo
perfectamente el miedo que sentía esperando a que el entrenador
dijera mi nombre para salir a jugar. Pero esto es como todo, con el tiempo
aprendes, y hoy en día no quiero estar ni un minuto en el banquillo porque estoy esperando
a salir a jugar lo antes posible.
El baloncesto siempre ha
formado parte de mi vida. Mi hermana y yo siempre lo hemos practicado juntas.
En verano, por ejemplo, vamos a tirar canastas a canchas cercanas con mi
padre.
En el paso
de primaria a secundaria, los equipos se forman con otros colegios, y además, se
dividen en: masculino y femenino.
Hoy en día, formo
el equipo del dinámica con otras once chicas de la misma edad que yo, y un año más pequeñas. Vamos
primeras en la liga, y es que cada una aporta una cualidad suya que las demás no
tiene que hace que el nuestro sea un equipo completo.
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