El
cinco de septiembre algunos alumnos estaban ya en el colegio para informarse a que
clase pertenecían y que profesores les habían tocado este año. Pasó el viernes
y llegó el fin de semana. Algunos de
nosotros estábamos organizándolo todo para la vuelta al colegio. El domingo por
la noche ya estaba todo listo: los uniformes, el material escolar, las
mochilas, todo, absolutamente todo, estaba preparado para a la mañana siguiente
utilizarlo.
El
lunes 8 de septiembre los alumnos de primaria (los de la E.S.O entraban el 9)
ya estaban en el colegio. En el recreo de por la mañana todos saludamos a los
amigos que tal vez, no habíamos visto en todo el verano. También nos contábamos
unos a otros los eventos que nos habían ocurrido en las vacaciones. Después del
recreo tuvimos algunas clases y hablamos con nuestros tutores, e hicimos alguna
que otra actividad por asignatura. A los
que no habíamos estado el viernes nos entregaron los horarios y nos explicaron
unas cuantas cosas más.
En el recreo de media hora
ya más o menos nos habíamos ajustado todos a la vuelta al
colegio. Alguno que otro se seguía quejando de haber vuelto al colegio, pero
por lo demás todos lo llevábamos bastante bien. Vimos que nuevos había y quién
se había ido a otro colegio. Nos saludamos todos los que antes no habíamos
tenido oportunidad de hacerlo. Sonó el timbre y todo el mundo hizo las filas
como siempre, en distinto lugar, pero como siempre. Empezaron otra vez las
clases. Hablamos sobre el verano y se nos pasaron las tres horas de clase muy
rápidamente. Comimos en el comedor como siempre. Ese día hubo una comida de
bienvenida (solo para algunos) deliciosa, espirales de
pasta con atún, nuggets de pollo con ensalada mixta y fruta del tiempo. Cuando acabamos de comer salimos al
patio. Jugamos y hablamos. Tuvimos dos
horas para hacer lo que quisiésemos.
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